La obra evoca con maestría la atmósfera tradicional del Rímac, barrio emblemático de Lima, cargado de historia y vida cotidiana. A través de una paleta intensa y expresiva, Alfredo Alcalde recrea sus calles con un realismo vibrante y, a la vez, poético, donde la luz y la textura del óleo resaltan los contrastes entre lo popular y lo patrimonial. La pintura no solo retrata un espacio urbano, sino que transmite la memoria cultural y la identidad de una ciudad que permanece viva en cada rincón.